martes, 15 de abril de 2008

Carta del P. Provincial por la partida de Dos Hermanas


CARTA ABIERTA SOBRE NUESTRA PARTIDA
DE LA DIOCESIS DE IGUAZU


S. 42 / 08 Buenos Aires, 11 de abril de 2008


A todos los miembros de nuestra Provincia claretiana
de Argentina-Uruguay, cmff y laicas/os

A todos los que trabajan de algún modo
por construir el Reino de Dios en este mundo


Con mi mayor estima en Cristo:

Con ocasión de nuestra partida de la Diócesis de Iguazú el pasado mes de febrero, expreso aquí algunas ideas consensuadas con el equipo de gobierno que actualmente presido. Ellas están destinadas a expresar de modo sintético lo que ha sucedido en estos últimos tiempos y nuestra posición ante esos hechos.

Haciendo un poco de historia, después de diversos diálogos e intercambios, mi antecesor en el servicio de animación provincial, el P. Juan José Chaparro, concretó en febrero de 2004 un Acuerdo de servicio pastoral por cuatro años con el entonces Obispo de la Diócesis de Iguazú, Mons. Joaquín Piña. Se trataba de prestar una ayuda con espíritu misionero en una amplia zona de esa porción del pueblo de Dios, en el noreste de la Provincia de Misiones. El camino llevado adelante por dicha Diócesis tenía importantes semejanzas con el que intentamos recorrer nosotros como Congregación misionera sobre todo en los nuevos frentes apostólicos.

Esto permitió brindar en la Vicaría Santa Lucía y otros lugares de la Diócesis diversos servicios de evangelización directa y de promoción humana, sobre todo en torno al grave problema de la tenencia de la tierra y del cuidado del medio ambiente. De modo particular el P. Carlos Calgaro se comprometió en esto en la línea de lo que llevaba adelante la Pastoral Social y Cáritas diocesanas. El momento culminante de este compromiso social fue en octubre de 2006 cuando, con Joaquín Piña como cabeza visible, se superó con votos un intento de perpetuarse en el poder de modo indefinido el Gobernador de ese momento (Rovira). Fue este un hecho de repercusión nacional que, como sabemos, abortó otros intentos de reelecciones indefinidas apoyados desde Presidencia de la Nación.

Poco después todos nos enteramos de que había sido aceptada la renuncia por motivos de edad de Joaquín Piña y en su lugar se nombró a Marcelo Martorell, sacerdote de clero de Córdoba (aunque nacido en una conocida familia de Salta). Esta novedad, iniciada en diciembre de ese 2006, que podría parecer normal y pacífica se mostró desde el inicio conflictiva. El nuevo Obispo expresó que venía a corregir lo que se había hecho hasta ese momento. Fue así como sin diálogo previo intentó imponer muchos cambios en una línea que contradecía 20 años de caminar conjunto de la Diócesis.

Esto lo llevó a enfrentarse de modo especial con la Vida Religiosa local y de modo particular con la tarea que llevaba adelante nuestro misionero Carlos Calgaro. De ahí que, sin aviso previo, en marzo de 2007 me solicitó que lo sacara enseguida de la Diócesis. Con mi Consejo Provincial nos tomamos el tiempo necesario para escuchar las diversas versiones y como resultado de ello le expresé al Obispo que no veíamos motivo para tomar esa medida. La historia fue larga, con cartas que fueron y vinieron hasta que más a fin de año se nos comunicó que no se pensaba renovar el Acuerdo de servicio pastoral que vencía en febrero de 2008. Entre tanto el Obispo suspendió al P. Carlos de la celebración de los sacramentos, cosa que revocó en torno a Navidad del año pasado con ocasión de su despedida de la gente en la zona pastoral que se le había encomendado junto al P. Rodolfo Bavera. Este fue quien en el mes de febrero del corriente año hizo entrega de las llaves de la residencia donde vivieron ambos en Dos Hermanas, cerca de Bernardo de Irigoyen, límite con Brasil.

Como miembros del equipo de gobierno nosotros rechazamos y lamentamos estas actitudes del actual Obispo, así como nos preocupa el mal testimonio que se da al pueblo de Dios y a todas las personas de buena voluntad. No nos hemos ido por nuestra voluntad y hemos sabido de otros cristianos comprometidos que han debido retirarse así por motivos parecidos.

Haciendo un balance de esta experiencia podemos recoger muchas cosas positivas que vivirán por mucho tiempo en el corazón de diversos agentes pastorales, en el pueblo cristiano en general y en nosotros los misioneros claretianos. Esta ha sido una tarea ampliamente misionera, hasta por el nombre de la Provincia que la cobijó. No podemos dudar de la buena voluntad y trabajo de nuestros dos sacerdotes (Carlos y Rodolfo) en este servicio al pueblo de Dios. Tampoco de la entrega sencilla y generosa de su anterior pastor Joaquín Piña, que el año pasado dirigió como buen jesuita los Ejercicios Espirituales de nuestra Provincia religiosa. Pero no queremos cerrar los ojos a la parte demasiado humana de nuestra Iglesia. Por decisiones tomadas muy lejos de Misiones y movidas por intereses que no son fáciles de comprender, el pueblo de Dios se ha encontrado que el Pastor de hoy le dice en muchos temas justamente lo contrario de lo que se le ha anunciado durante veinte años de caminar conjunto como Iglesia diocesana.

Menos mal que en el fondo es el Espíritu Santo el responsable de la marcha de nuestra Iglesia, sobre todo cuando las cosas se ponen oscuras como es el presente caso. Sólo nos queda confiar que las semillas misioneras que como claretianos hemos plantado en esa tierra fructifiquen mas allá de las nuevas orientaciones que ha traído el Obispo al cual se ha confiado esa porción del pueblo de Dios. Ellas aparecen coherentes con algunos vientos de frente que soplan en nuestra Iglesia de hoy. A nosotros como claretianos nos queda agradecer la riqueza de la gente sencilla y creyente así como la de la vida religiosa del lugar, a la vez que confiar que el plan de amor de Dios triunfará más allá y hasta a pesar de las limitaciones de quienes lo representan.

Con la finalidad de expresar algo de nuestro punto de vista he escrito esta carta en diálogo con mis consultores. Espero que ella sirva para construir el Reino de Dios a pesar de los muchos tropiezos que siempre ha habido en su camino. Pero la Pascua nos muestra que al final vence la vida sobre la muerte. Por eso y a pesar de todo deseo para todos unas Felices Pascuas.


P. Javier Fernández

Superior Provincial

Misioneros Claretianos

1 comentario:

Pastor Sosa dijo...

Cuanto lamento oir noticias como las que se han publicado en esta Blog. Son cosas que ocurren y nos dicen que una institucion como tal no puede ser gobernada por El Espiritu Santo. Hace siglos que la misma es manejada por caprichos humanos y no divinos.....